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Vista general del Quiosco ferial |
En el centro de un lugar tan emblemático como es el Recinto Ferial de Albacete encontramos una obra que remata el simbolismo de su ubicación. Concentra a su alrededor los círculos y a su vez el final del paseo central, se trata del Quiosco de la Feria, del arquitecto Daniel Rubio. Inaugurada en la feria de 1913, esta obra se aprobó en el año 1912 como parte de una serie de reformas en las instalaciones del Recinto Ferial, recayendo en el proyecto de Rubio a través de un contratista catalán al que le fue adjudicada en subasta. Desde su construcción supone un punto de referencia que vive en el subconsciente de todo albaceteño, al igual que la Feria es su semana grande, el quiosco es el punto central de su está, así está construcción tuvo gran aceptación por parte de la ciudad, y no solo porque señalara un lugar que ya era importante en sí mismo, sino porque además supone una obra arquitectónica destacada.
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Plano del proyecto original del Quiosco de la Feria,
arq. Daniel Rubio, 1912
(Fuente: Archivo Municipal de Albacete,
Sign LC 794. Exp. 1912) |
Siguiendo el gusto de la época, la obra se sirve del metal para crear formas retorcidas y ligeras de una gran elegancia, además, toma influencias modernistas catalanas que bien pudieron venir de quioscos presentados en la Exposición Regional Valenciana de 1909. Se compone de una planta octogonal y es proyectada en dos alturas, la baja para cafetería y la alta para orquesta, mientras que su cubierta se diseña como una cúpula redonda desde la que se extiende una visera, que queda al vuelo. El balcón que hará de separación entre la primera y la segunda planta, al utilizar una escalera central de caracol, no interrumpe los grandes espacios que crea en cada una de las ocho paredes del recinto. Por otro lado, en la parte baja, se decora con mosaicos, al igual que en la parte inferior de la visera y el interior de la cúpula, que será semiesférica y peraltada. El perímetro del templete se cierra con una barandilla de hierro forjado, formando claves de sol en la parte superior, en cada uno de sus vértices separando los distintos tramos de la barandilla se elevan ocho columnas que unen ambas alturas, existiendo una novena en el centro del conjunto envuelta por la escalera que la circunda. Otros elementos de hierro con que cuenta el edificio son los soportes del vuelo rematados en crestería, con decoraciones vegetales retorcidas y que terminan en luminarias colgadas.
Se crea así una construcción elegante, liviana, un templete típico de la Época Modernista que podemos encontrar en otras ciudades a modo de cafetería en parques o plazas y que, en este caso, es un lugar de visita obligada, al menos una vez al año, dada la relevancia del punto en el que se erige. En definitiva, una obra rica en valor artístico que además supone un hito en el urbanismo albacetense.
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Quiosco de la Feria, vista nocturna |
Bibliografía:
- Gutiérrez Mozo, E. 2001: El despertar de una ciudad. Albacete 1898-1936, Albacete, pp. 100-101.
- Lara García, M.P. 2008: “El arquitecto Daniel Rubio Sánchez. Primera época: Antequera (1909-1910) y Albacete (1910-1920).” Isla de Arriarán, revista cultural y científica, 31, Málaga, pp. 117-156.
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